Artritis reumatoide tratamiento

Artritis reumatoide: síntomas y tratamiento

La artritis reumatoide  es una enfermedad que produce inflamación articular de comportamiento persistente y crónico.  Su causa original se desconoce, siendo clasificada en la actualidad como una enfermedad autoinmune.  Esto significa que el sistema inmunitario ataca por error las células o tejidos  presentes en determinadas articulaciones. Sin un tratamiento adecuado, causa dolor, hinchazón y rigidez en las articulaciones de aquellos pacientes que la sufren. Esta enfermedad puede afectar a cualquier articulación, pero principalmente a las pequeñas articulaciones de las manos, los pies y las muñecas.

Aunque por definición el paciente sufre dolor e inflamación persistente, este trastorno suele cursar con períodos en los que los síntomas empeoran, conocidos como “brotes”. Aunque éstos son difíciles de predecir, el objetivo del tratamiento es suprimir o controlar la inflamación crónica o la intensidad o recurrencia de estos brotes. Con esto, conseguimos prevenir el daño estructural o las posibles deformaciones a largo plazo en las articulaciones.

Algunas personas con artritis reumatoide también experimentan problemas en otras partes del cuerpo o síntomas más generales como cansancio y pérdida de peso. La ciencia aún no tiene claro por qué se desencadena esta respuesta del sistema inmunitario. Aunque existe una predisclara predisposición posición genética, son necesarios otros factores ambientales desencadenantes para producirla. Es una enfermedad con mayor incidencia en mujeres y el historial familiar de artritis así como el tabaquismo son  factores de riesgo.

Tratamientos contra la artritis reumatoide

Lamentablemente, no existe una cura para la artritis reumatoide. Sin embargo, en las últimas dos décadas se ha producido un gran avance en el desarrollo de nuevos fármacos y en las estrategias para controlar la enfermedad.  Los cambios en los estilos de vida, pero sobre todo el diagnóstico precoz y la introducción temprana de los fármacos conocidos como modificadores del curso de la enfermedad (FAMEs), han cambiado el pronóstico de los pacientes. Determinadas cirugías pueden ser beneficiosas en aquellos casos donde no se consigue evitar las deformidades y los daños articulares, aunque esta situación, afortunadamente ocurre con mucha menor frecuencia.

Lo primero que debe hacerse, como es habitual, es acudir al médico de cabecera para que detecte y clasifique el tipo de problema reumático del paciente. Cuando existe una sospecha de que pueda ser una artritis reumatoide,  el paciente debe ser derivado a las consultas de reumatología de manera preferente. En la actualidad existen medicamentos que ayudan a evitar que la artritis reumatoide empeore y que reducen el riesgo de daños colaterales. Estos medicamentos son mucho más efectivos  cuando se introducen en su etapa inicial. Por esto es tan importante el diagnóstico precoz.

Además de las medicinas, que deben ser recetadas previamente por el especialista que se ha hecho cargo de la estrategia global del paciente, existen otros tratamientos, como la fisioterapia, que pueden ayudar al paciente, pero siempre deben plantearse como algo complementario al tratamiento farmacológico,  no como la solución definitiva a la artritis.

Fisioterapia

Un fisioterapeuta puede ayudar a mejorar el estado físico del paciente y su fuerza muscular, además de ejercitar las articulaciones para que sean más flexibles. Si sus manos o muñecas están afectadas, el paciente puede probar un programa de ejercicios personalizado. El fisioterapeuta también puede ayudar a aliviar el dolor usando compresas de calor o hielo, o mediante estimulación nerviosa eléctrica transcutánea.

Terapia ocupacional

Si la artritis reumatoide le causa problemas con las tareas diarias, la terapia ocupacional puede resultar de ayuda. Un terapeuta ocupacional puede brindar asesoramiento que ayudará al paciente a proteger sus articulaciones, tanto en su hogar como en el trabajo. También se puede recomendar el uso de un soporte para las articulaciones, como una férula, o dispositivos que puedan ayudar a abrir frascos o grifos.

Podólogos

Si el paciente tiene problemas con la movilidad de sus pies, es posible que un podólogo pueda ayudarlo. También se le puede ofrecer algún tipo de apoyo para las articulaciones o plantillas de zapatos que pueden aliviar el dolor.

Cirugía

A pesar del tratamiento farmacológico, las articulaciones del paciente pueden dañarse. Si esto sucede, es posible que necesite cirugía para ayudar a restaurar sus capacidades y el uso de sus articulaciones. También se puede recomendar para reducir el dolor o corregir deformidades.

 

Recuerda que:

  • La artritis reumatoide causa dolor, hinchazón y rigidez en las articulaciones
  • Las mujeres y aquellas personas con un historial familiar de la enfermedad son más propensos a tener este trastorno autoinmune
  • Existen varias opciones de tratamiento que pueden complementarse con herramientas como la fisioterapia