Tecnologías que favorecen la neurorrehabilitación tras un ictus
El ictus es la principal causa de discapacidad en el adulto, pero con una correcta rehabilitación se pueden minimizar sus efectos secundarios. La especialista en Neuropsicología del Grupo HLA, Rosa Coba, destaca la importancia de aplicar un tratamiento de neurorrehabilitación tras un accidente vascular.
Neurorrehabilitación tras un ictus
La neurorrehabilitación tras un ictus es el tratamiento de las lesiones o daños que el accidente vascular ha dejado en el sistema nervioso. Las secuelas pueden ser muy diversas en función de múltiples variables, haciendo que cada proceso de neurorrehabilitación sea único.
Aunque existen casos en los que no se precisa hacer rehabilitación, la mayoría de pacientes sí necesita de este procedimiento.
La duración de la neurorrehabilitación depende no solo del tipo de ictus, extensión, evolución y factores de riesgo asociados, sino también de la reserva cognitiva (capacidad del cerebro para tolerar mejor los efectos producidos por una patología o el envejecimiento), del estilo de vida, personalidad y hábitos previos al ictus. Además, esta puede durar desde tan solo unos meses hasta años.
Hay que tener en cuenta que, tanto el tiempo que se ha tardado entre que se ha sufrido el ictus y se ha recibido atención médica, como el daño provocado por el ictus, influyen en la posterior rehabilitación del paciente. De esta forma, es importante recordar que, frente a un ictus, cuanto antes se actúe y se avise a emergencias, más rápido se aplicarán los procedimientos necesarios para restablecer la circulación en el área afectada o estabilizar la hemorragia y, por consiguiente, mejor podrá ser su rehabilitación.
Por tanto, el objetivo de la neurorrehabilitación tras un ictus es que el paciente pueda alcanzar la mayor autonomía y funcionalidad posible en todos los aspectos.
El proceso de neurorrehabilitación
El proceso de neurorrehabilitación engloba el tratamiento, estimulación y compensación de aspectos tan diversos y esenciales como:
- Problemas cognitivos (problemas de memoria, atención, orientación, dificultad en la planificación y organización).
- Alteraciones del estado de ánimo (apatía, irritabilidad, cambios bruscos de humor o expresión emocional).
- Trastornos del lenguaje (afasia).
- Espasticidad muscular, pérdida de fuerza, falta de coordinación o pérdida del control de movimiento o equilibrio.
- Trastornos visuales (a veces se produce una pérdida de visión de la mitad del campo visual, denominada hemianopsia)
- Trastorno de la sensibilidad (hormigueo, sensaciones dolorosas o falta de sensibilidad al tacto).
- Disfagia (dificultad para tragar).
Para iniciar el proceso, primero hay que evaluar al paciente desde el punto de vista neuropsicológico, es decir, tanto su estado cognitivo como su estado emocional. Una vez completada la historia clínica, se hace una entrevista familiar para conocer todas vertientes posibles, que debe completarse con otros informes previos del afectado.
Con todos estos datos, se establecen las necesidades, los objetivos y los puntos de partida y se diseña un abordaje individualizado, teniendo muy presente las cuestiones significativas en la historia vital de la persona afectada. Así pues, dependiendo del momento en el que se encuentre el paciente, se hará más hincapié en un aspecto u otro de la neurorrehabilitación.
Es fundamental que este proceso tenga, además, un abordaje multidisciplinar que se llevará a cabo por un equipo compuesto por neurólogo, psiquiatra, internista, trabajador social, psicólogo sanitario o clínico, neuropsicólogo, logopeda, fisioterapeuta y terapeuta ocupacional. Estos cuatro últimos profesionales son los que trabajan día a día con el paciente y sus familias y los que diseñan los programas de intervención individualizados y coordinan sus trabajos.
Además, el papel de las familias y allegados en este proceso es esencial, tanto en la parte de acompañamiento como en el cuidado de la persona afectada.
Nuevas herramientas y tecnologías aplicadas
El desarrollo de nuevas tecnologías ha permitido que la neurociencia avance mucho y muy rápido en las últimas tres décadas. Este hecho ha ayudado a mejorar la calidad de vida de los pacientes, facilitando a los profesionales poder acceder a herramientas y recursos absolutamente útiles.
En este sentido, es importante invertir en nuevas herramientas que mejoren la calidad de vida del afectado. Si el tratamiento solo se centra en la supervivencia, se creará un problema de dependencia cada vez mayor y con una inversión de recursos de forma paliativa pero no resolutiva.
Entre las herramientas empleadas en este tipo de procedimientos, destacan los programas informáticos de estimulación cognitiva con imágenes en 3D, en movimiento y realistas, que permiten ir modificando la dificultad de los ejercicios, las repeticiones y la duración en función del paciente. Adicionalmente, se emplea también la robótica, exoesqueletos, estimulación eléctrica transcraneal y la tecnología BCI (Interfaz cerebro-computadora).
Neuropsicología