Microbiota intestinal: ¿Qué alimentos pueden alterarla?

La microbiota intestinal, también conocida como flora intestinal, es una compleja comunidad de microorganismos que habita en nuestro intestino. Desempeña un papel muy importante en el funcionamiento de nuestro organismo y nuestra salud. Sin embargo, algunos alimentos, componentes de los mismos y/o algunas sustancias, pueden afectar negativamente a la microbiota intestinal, teniendo diversas repercusiones en nuestra salud.

En este artículo, se habla de las funciones e importancia de la microbiota en nuestro organismo, qué dice la evidencia científica actual sobre alimentos y/o sustancias que pueden alterarla.

La microbiota intestinal y su relevancia para la salud

Nuestra flora intestinal está compuesta principalmente por diversas variedades de bacterias y, a pesar de que cada persona tiene una microbiota diferente, en líneas generales son microorganismos que coexisten en nuestro aparato digestivo, y son esenciales para el correcto funcionamiento de procesos fisiológicos y metabólicos.

La participación de la microbiota en la digestión y el metabolismo, consiste en la fermentación de los hidratos de carbono complejos (legumbres, cereales integrales…) para generar ácidos grasos de cadena corta, para ser utilizados por parte del organismo como fuente de energía. También participan en la síntesis de vitaminas como la K o las del grupo B y otros compuestos bioactivos.

Además de su función digestiva, la microbiota también tiene un impacto significativo en el sistema inmunológico, ya que colaboran en el desarrollo y funcionamiento del sistema inmunitario.

Alimentos perjudiciales para la microbiota intestinal

Según la evidencia científica actual, ciertos alimentos y/o componentes de los mismos y algunas sustancias, pueden perjudicar nuestra microbiota intestinal. Las alteraciones en la flora intestinal suponen un aumento del factor de riesgo de padecer diversas patologías digestivas, inmunológicas, e incluso algunos tipos de cáncer como el de colon.

  • Falta de fibra: una dieta pobre en fibra se asocia a cambios en la composición de la microbiota, aumentando el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles como el síndrome metabólico, la malnutrición, enfermedades inflamatorias, etc.
  • Consumo excesivo de alimentos ultraprocesados: los alimentos ultraprocesados, son alimentos superfluos de muy baja calidad nutricional, ya que están elaborados con excesiva cantidad de azúcares, grasas de mala calidad y sal. Un consumo elevado de este tipo de alimentos puede alterar la composición de la microbiota intestinal, favoreciendo el crecimiento excesivo de bacterias perjudiciales.
  • Dietas ricas en azúcares añadidos y grasas de mala calidad: al igual que ocurre con los alimentos ultraprocesados, las personas que consumen una dieta poco saludable (rica en azúcares, grasas de mala calidad, sal, bebidas alcohólicas, alimentos ultraprocesados…), tienen peor composición en la microbiota intestinal, con un exceso de bacterias perjudiciales y una disminución de las beneficiosas, con el consecuente aumento del riesgo de padecer diversas enfermedades.

 

Además, en los últimos años se ha producido un aumento del uso indiscriminado de antibióticos, que aunque es un tratamiento eficaz para combatir las infecciones bacterianas, también eliminan a las bacterias beneficiosas, alterando el equilibrio de la microbiota intestinal. Siempre se recomienda la toma de antibióticos bajo supervisión médica, para tomar el tratamiento de la forma más eficaz y segura para nuestra salud.

En conclusión, la microbiota intestinal desempeña un papel vital en la salud digestiva y ciertos alimentos pueden perjudicar su equilibrio. Evitar alimentos ultraprocesados, reducir el consumo de azúcares añadidos y utilizar los antibióticos de forma responsable son medidas clave para preservar la salud de la microbiota. Al adoptar hábitos alimentarios saludables, se promueve un ambiente favorable para la microbiota intestinal y, a su vez, se cuida de la salud global del cuerpo.

Recuerda:

  • Mantener una alimentación equilibrada y variada es fundamental para preservar la integridad de la microbiota intestinal.
  • Se debe limitar el consumo de alimentos ultraprocesados y aquellos con altos niveles de azúcares añadidos.
  • Un uso responsable de los antibióticos es esencial. Solo deben usarse cuando sean recetados por un profesional de la salud, siguiendo las indicaciones de tratamiento.