Trastorno Espectro Autista

¿Cómo sé si mi hijo padece de trastorno de espectro autista?

El síndrome de Asperger, del que hoy se celebra el día internacional,  es un trastorno neurológico que forma parte del conocido como  Trastorno de Espectro Autista (TEA).

Los Trastornos del Espectro Autista, son un grupo de trastornos de origen neurológico que aparecen en la infancia y se mantienen en el tiempo, pudiendo mejorar con una intervención adecuada.

Su detección en edades tempranas no es sencilla, ya que presenta un amplio rango de manifestaciones y variabilidad en su sintomatología.

Sin embargo, podemos sospechar su presencia en niños que presenten alteraciones en su desarrollo que afecten a la socialización y la comunicación.

En muchas ocasiones no somos capaces de encontrar la causa de estos síntomas, pero cada día existe una relación más clara con factores genéticos y epigenéticos.

Estos factores pueden ser el motivo por el que la incidencia de niños con autismo esté aumentando, alcanzando cifras de hasta 1 cada 68 niños.

¿Qué signos puede manifestar?

Algunos de los síntomas más comunes son:

  • Déficit en la reciprocidad social o emocional: falta de contacto visual, sonrisa escasa, no responder a su nombre, niños “muy tranquilos”, falta de imitación, ausencia de atención compartida, no buscan a otros niños…
  • Intereses o actividades restringidos: presentan un juego básico, poco elaborado, repetitivo, pobre simbolización…
  • Retraso en lenguaje: vocabulario escaso, con escasa funcionalidad, repetitivo, jerga propia…
  • Alteraciones sensoriales: movimientos corporales estereotipado, rigidez, rabietas, les molestan ruidos o texturas, dificultades en alimentación y/o en sueño…

¿Cómo se diagnostica y se trata?

El diagnóstico es clínico y está basado en una adecuada observación del desarrollo del niño y en la presencia de  síntomas característicos.

El diagnóstico temprano es importante para poder actuar cuanto antes, pues  el tratamiento precoz incide en el mejor desarrollo futuro del niño.

Siempre es necesaria la valoración por un neuropediatra que descarte otras posibles causas y establezca una adecuada red de tratamiento.

La identificación de síntomas y el diagnóstico durante el primer año de vida es cada vez más frecuente.

Esto permite a los profesionales seguir de cerca a estos niños y comenzar una intervención adecuada a edades muy tempranas.

El tratamiento psicológico y el farmacológico han de instaurarse de forma conjunta.

Es fundamental individualizar de acuerdo a las características de cada niño, trabajando para mejorar su calidad de vida, la de sus familias y favoreciendo la integración social.

 

Recuerda:

  • Pueden hacernos sospechar la existencia de uno de estos síndromes en niños con alteraciones en su desarrollo, poca socialización, comunicación, con patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.
  • Es fundamental la valoración por un neuropediatra que descarte otras posibles causas  y establezca una adecuada red de tratamiento.
  • El tratamiento psicológico y farmacológico deben instaurarse de forma conjunta.