El invierno es la temporada para cuidar la piel seca
En invierno nuestra piel adquiere una textura más seca, pierde su elasticidad y se produce una deshidratación debido al frío. La razón es que el proceso natural de renovación de la piel y la producción de lípidos o grasas se desequilibran con las bajas temperaturas y la falta de humedad. Esta situación tan propia del invierno, que afecta a todo el mundo, condiciona el empeoramiento de la calidad de la piel de pacientes que presenten más tendencia a la deshidratación de cutánea, como pueden ser las personas que sufran dermatitis atópica.
Existen una serie de condiciones que nos ayudan a entender este proceso:
- La humedad: aunque parezca que con los meses fríos en algunos sitios aumenta la humedad – favorable para las pieles atópicas, esto no es siempre así. Por lo general, con el invierno llega también la calefacción por lo que pasamos mucho tiempo en ambientes secos, de forma natural o artificial, lo que resulta negativo para mantener una correcta hidratación de la piel. Esto favorece que los pacientes que tienen una tendencia a la pérdida de agua en la piel por su condición de paciente atópico, sufra la aparición de los temidos “eccemas”.
- El frío: la bajada de las temperaturas en invierno tampoco sienta bien a la piel atópica, ya que reduce la hidratación, disminuye la generación de grasa y supone una agresión física más contra esta piel tan vulnerable. Además, especialistas y pacientes coinciden en que el frío aumenta la sensación de picor.
- Duchas largas y con agua caliente: el agua caliente es otro factor a tener en cuenta en esta época, ya que su exposición prolongada aumenta la deshidratación de la piel.
¿Cómo podemos proteger nuestra piel en esta época?
Estos son algunos de los consejos para el día a día:
- Mucha hidratación, cuanto más mejor pero siempre tras el baño o la ducha. Es un hábito preventivo y es de los más efectivos.
- Reducir la duración de las duchas y regular la temperatura del agua, intentando encontrar el ‘punto justo entre dos extremos’. Que las duchas no sean ni muy largas ni muy cortas y que el agua que no esté ni muy fría ni muy caliente.
- El gel debe ser suave y podemos adoptar el uso regular de aceites de ducha. Pero nunca recurrir a exfoliaciones ni productos abrasivos.
- Secarnos sin frotar con la toalla, más bien poco a poco y dejando que el ambiente seque nuestro cuerpo.
- Como hemos dicho, la piel seca produce picor. Por ello es muy importante mantener las uñas cortas para evitar daños al rascarse, lo que muchas veces ocurre de forma inconsciente (como en las horas de sueño).
La dermatitis atópica
Es una patología crónica de la piel, que se manifiesta con picor e inflamación de ésta, lo que se traduce visualmente en eczemas más o menos extensos (con lesiones secundarias a rascado) y, en casos de larga evolución, engrosamiento y sequedad crónica de la piel. El picor frecuente también causa irritabilidad, estrés y dificultades para descansar correctamente, afectando a la calidad de vida de quienes la padecen.
La dermatitis atópica está relacionada con otras enfermedades como el asma, la rinitis y la conjuntivitis, y no es infrecuente que los pacientes presenten antecedentes familiares.
En el caso de los bebés, en sus primeros meses de vida, las lesiones aparecen sobre todo en la cara, especialmente en las mejillas. Después comienzan también a darse brotes en las zonas de flexión del cuello, brazos y piernas, es decir en los pliegues de codos y rodillas.
Aunque habitualmente es una enfermedad que se diagnostica en la infancia y suele mejorar con la edad, puede también mantenerse en la madurez e incluso hay descritos casos de adultos debutantes con dermatitis atópica.
Tratamiento de la dermatitis atópica
El uso de pomadas o cremas con corticoides está muy generalizado en el tratamiento de la dermatitis atópica, y se consideran los fármacos de primera línea en casos de brotes leves-moderados.
Existen cremas de mantenimiento de corticoides tópicos como los inhibidores de la Calcineurina, Tacrolimus y Pimecrolimus, muy utilizados actualmente por dermatólogos en los periodos interbrotes. Sin embargo, hay ocasiones en los que no es posible controlar el brote de dermatitis con cremas dada la extensión que pueden llegar a alcanzar dichos eccemas, por lo que hay que recurrir a tratamiento vía oral.
Como primer tratamiento, se recomiendan los ciclos con corticoides orales. Sin embargo, cuando se requieren de varios ciclos de corticoides anuales, o bien el paciente ya no se controla con ellos como al principio, hay que pensar en cambiar de fármaco. Entre los fármacos inmunomoduladores, diferentes a corticoides que podemos usar se encuentra la ciclosporina, el micofenolato de mofetilo, Azatioprina, Metotrexato…etc.
Mención aparte merece un novedoso tratamiento biológico denominado Dupilumab, un anticuerpo monoclonal anti-Interleucina 4, recientemente aprobado por la FDA para el tratamiento de dermatitis atópica y candidata a tratamiento sistémico en pacientes mayores de 6 años.
Recuerda que:
- En invierno la piel pierde su elasticidad y deshidratación debido al frío. La razón es que el proceso natural de renovación de la piel y la producción de lípidos o grasas se desequilibran con las bajas temperaturas y la falta de humedad.
- La humedad, el frío y la exposición larga a duchas de agua caliente afectan al estado de nuestra piel.
- Podemos proteger la piel a través de la hidratación, reducir la duración de las duchas y regular la temperatura del agua, usar geles suaves, secarnos sin frotar y manteniendo las uñas cortas para evitar hacernos daños al rascarnos.
Dermatología