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Todo lo que necesitas saber sobre la intolerancia a la lactosa

La intolerancia a la lactosa es un problema digestivo común que afecta a más del 30% de la población española. Se produce cuando el intestino delgado no puede descomponer adecuadamente la lactosa, un azúcar presente naturalmente en la leche y en productos lácteos.

No todos los individuos con dificultad para digerir la lactosa presentan síntomas. Sin embargo, quienes los manifiestan podrían experimentar molestias como hinchazón, gases, diarrea o dolor abdominal tras consumir alimentos que contengan lactosa.

¿Qué es la intolerancia a la lactosa y por qué se produce?

En concreto, la intolerancia a la lactosa se produce cuando el intestino delgado no es capaz de producir la suficiente lactasa, la enzima encargada de descomponer la lactosa en glucosa y galactosa. Cuando la lactosa no se digiere, pasa al colon, donde las bacterias intestinales la fermentan para generar posteriormente gases y ácidos. Las causas más comunes incluyen:

  • Hipolactasia adquirida: es la pérdida progresiva de lactasa con la edad. Tiene origen genético y es frecuente en la adultez.
  • Lesiones del intestino delgado: que pueden producirse por infecciones, enfermedades, medicamentos o tratamientos como la radioterapia, que reducen la producción de lactasa.
  • Déficit congénito de lactasa: que impide la producción adecuada de la enzima desde las primeras etapas de la vida.

 

Cabe destacar que la intolerancia a la lactosa no es lo mismo que una alergia a la proteína de la leche de vaca, que sí involucra una respuesta inmunitaria y puede ser potencialmente grave.

5 consejos prácticos para manejar la intolerancia a la lactosa

Existen estrategias eficaces para convivir con intolerancia a la lactosa sin renunciar a una alimentación equilibrada. Estas son 5 recomendaciones prácticas:

  1. Detección y diagnóstico: en caso de observar síntomas que relaciones tras la ingesta de lácteos, lo más adecuado y un profesional sanitario puede indicar pruebas diagnósticas como el test de hidrógeno espirado, es sencillo a la par que poco invasivo y confiable.
  2. Adaptación progresiva de la dieta: no siempre es necesario eliminar completamente la lactosa. Se ha observado que muchas personas toleran hasta 12 g en una sola dosis (aproximadamente 250 ml de leche entera acompañada de alimentos) o entre 20–24 g al día distribuidos en varias tomas, sin síntomas o con molestias leves. Es esencial realizar una valoración nutricional para identificar la dieta más adecuada. Con una reintroducción gradual de lácteos se puede (y se debe) identificar el umbral de tolerancia individual. Como en algunas ocasiones es secundaria a otros procesos, incluso la persona podría llegar a llevar una dieta sin restricciones de lactosa.
  3. Productos con lactosa reducida o sin lactosa: existen alimentos elaborados con lactosa reducida o eliminada, como resultado de la incorporación de lactasa durante el proceso de fabricación. De esta forma, la lactosa se transforma en azúcares simples más digeribles fácilmente .
  4. Uso de suplementos de lactasa: en determinadas situaciones, pueden utilizarse tabletas o gotas de lactasa antes de consumir alimentos con lactosa, con el objetivo de facilitar su digestión. Su uso debe ser indicado bajo control médico, especialmente para la población pediátrica, las embarazadas o las mujeres en periodo de lactancia.
  5. Sustitución nutricional adecuada: la eliminación o reducción de lácteos requiere prestar atención al aporte de calcio y vitamina D. Estos pueden obtenerse a través de pescados con espinas blandas (sardinas, salmón), vegetales de hoja verde, frutos secos, semillas, cereales o bebidas vegetales fortificadas.

 

En consulta, una vez que los especialistas tienen el diagnóstico, los nutricionistas pueden adaptar un tratamiento dietético personalizado que ayudaría a mejorar la sintomatología evitando déficit nutricionales.

Por último, es recomendable revisar el etiquetado de los productos envasados, ya que la lactosa puede estar presente en alimentos inesperados. Al consumir comidas fuera del hogar, conviene informarse sobre los ingredientes de salsas, postres u otros productos elaborados que podrían contenerla.

Recuerda:

  • La intolerancia a la lactosa se produce por la falta de lactasa, una enzima intestinal necesaria para digerir la lactosa.
  • Muchas personas con intolerancia pueden tolerar hasta 12 g de lactosa en una sola toma o hasta 24 g al día si se distribuyen en varias ingestas.
  • Es fundamental leer el etiquetado de los alimentos y conocer sustitutos ricos en calcio y vitamina D para mantener una dieta equilibrada sin lácteos.